Tarde dos semanas en convencer a mi hermana para que me acompañara al Yunque. Nunca sabre si su decisión fue basada en pena; por no dejarme ir sola, o simplemente dijo si, para que no la molestara más. De todas formas, sumamos otra aventura juntas en este viaje que llamamos vida. Nos levantamos entusiasmadas, nos preparamos y salimos de la casa a eso de las 10:00 am. La distancia de nuestra casa al Yunque es de 40 minutos. Más de media ahora escuchando a Bad Bunny a todo volumen en la radio.
Llegando a Rio Grande nos bajamos en un supermercado a comprar desayuno y repelente para mosquitos. Volvimos a la ruta, y comenzó el camino colina arriba hacia la Torre Yokahú. Desafortunadamente el tiempo de espera para las áreas de nuestro interés; era de dos horas. Puesto a que después del huracán María muchos de las veredas permanecen cerradas y solo cuentan con vías alternas para el senderismo. En otras palabras la parte norte del parque nacional no estaba disponible. Con el mismo amor nos fuimos. Salimos a la carretera principal y decidimos ir a los kioskos de Luquillo.
Aquí el mapa del Yunque, donde se marcan las áreas cerradas.
El Balneario Monserrate no estaba en nuestros planes, pero en realidad no me puedo quejar. Pasamos un día espectacular. Yo rompí dieta, me pare en el primer kiosko que vi y me compre una alcapurria. Mi compañera fiel que siempre tiene hambre (a.k.a my sister) no se quedó atrás. Así que pedimos dos alcapurrias “to go”. Caminamos toda la playa hasta llegar a un buen “spot”. Ropa afuera y pal’ agua.
A pesar de que nada fue como había planeado, tuve un buen viernes. Comimos bueno, la pasamos bien. Llegamos a casa rojas como tomates, con buenas fotos y una historia que contar.
Posdata: Al siguiente día fuimos al Yunque…