Escapando de la rutina compre un pasaje hacia St. Croix. Apenas tenía dos meses en mi nuevo trabajo, por lo cual no cualificaba para tiempo de vacaciones. Trabajando seis días a la semana no podía desaparecer del mapa por mucho tiempo. Pero era imposible esperar un año(tiempo promedio para cualificar para vacaciones), para ir tras la aventura. Así que no quedo otra opción de ir y regresar el mismo día. Si, ya sé, ¡Vivo al extremo!
Llegue poco más tarde de las 8:00 am, hambrienta con H mayúscula. Los locales me recomendaron ir a Angry Nate’s y como se dice en ingles tuve el mejor “breakfast with a view”. Disfrutando un rico omelete con papas, frente al mar. Sin olvidar el jugo de china, porque yo no tomo café. Si entro en ese 3% de personas no adictas a la cafeína. Retomando el punto, después de comer, di una caminata por el muelle, quedando impresionada con lo grande de los sábalos y la creatividad de la gente para nombrar sus barcos.
Era hora de ir a conocer la isla, primera parada Point Udall. Donde la historia y la belleza se mezclan. Según la internet; este fue el primer lugar americano en ver el amanecer en el año 2000. ¡Wow! Lo mejor de todo es gratis. Si a las 9:00 am el paisaje es increíble, no puedo imaginar a la salida o entrada del sol.
Continuado la búsqueda de tesoros en Santa Cruz, llegue a Tide Pools en Anally Bay. El camino no fue fácil, pero si muy divertido. Usando el 4×4 del jeep, por más o menos 20 minutos; moviéndonos de lado a lado cruzando el monte. Hasta llegar a un sendero donde nos bajamos a caminar hacia la bahía. ¡Y todo valió la pena! Una vista espectacular… Desafortunadamente solo tuve tiempo para un chapuzón.
Tercera parada St. Croix Rainforest, entre la diversidad de paisajes sin duda alguna mi favorito, fue en la cima de alguna de sus montañas, donde se aprecia la mayor parte de la isla. Tiempo para almorzar en La Reine Chicken Shack, unas ricas costillas en salsa BBQ. Reanudando el camino, cuarta parada Frederiksted Pier, donde los locales se tiraban del muelle a el agua. Y otros locales pescaban.
El tiempo corría, así que decidí acelerar el paso y terminé en Rainbow Beach, me di otro chapuzón. Por eso de saciar mi sed; un tequila o dos en Louie and Nacho’s Beach Bar. Ya la hora de despedirme se acercaba y esa combinación de agua salada y tragos, despertó mi apetito. Por lo que camino al aeropuerto me detuve en No Bones Cafe, para probar un buen steak. Hora de irme a casa con la barriga llena y el corazón contento.
A eso de las 6:45 aborde el avión. De regreso a la normalidad. Quizás para algunas personas 9 horas en una isla extraña es poco tiempo para vacacionar. Para mí, no importa tanto el tiempo. Me concentro más en las experiencias que me llevo.